Bien supo plantearse el escurrebultos de Descartes si eso que nos venden como Realidad es realmente más real que los desprestigiados sueños, siendo éstos, como cualquier púber-macho sabe, de consecuencias tan reales como húmedas y pegajosas.
¿Hasta que punto no es cierto que tú, amigo, no has participado en un orgiástica fiestaca con, no sé, Sofía Loren, Megan Fox y –jugarretas de tu subconsciente- Karmele Marchante? Un recuerdo tan vivaz como ese se registra en tu Archivo Mental Selectivo (AMS), el mismo en donde están las memorias de 6º de EGB, la vez en que te desvirgaste en modo vigilia, o las reminiscencias de tu madre golpeando la puerta del baño con la sibilina intención de cortarte la paja.
Estando así las cosas, el abajo firmante sostiene que no sólo lo experimentado durante las fases del sueño no ha de ser tenido como asunto baladí, si no que, por el contrario, es tan válido –si no más- que las vulgares rutinas que acometemos en pleno insomnio. El único inconveniente de las experiencias oníricas es, vaya, que son esencialmente individuales, imposibles de compartir en su plenitud con el prójimo.
¿Hasta que punto no es cierto que tú, amigo, no has participado en un orgiástica fiestaca con, no sé, Sofía Loren, Megan Fox y –jugarretas de tu subconsciente- Karmele Marchante? Un recuerdo tan vivaz como ese se registra en tu Archivo Mental Selectivo (AMS), el mismo en donde están las memorias de 6º de EGB, la vez en que te desvirgaste en modo vigilia, o las reminiscencias de tu madre golpeando la puerta del baño con la sibilina intención de cortarte la paja.
Estando así las cosas, el abajo firmante sostiene que no sólo lo experimentado durante las fases del sueño no ha de ser tenido como asunto baladí, si no que, por el contrario, es tan válido –si no más- que las vulgares rutinas que acometemos en pleno insomnio. El único inconveniente de las experiencias oníricas es, vaya, que son esencialmente individuales, imposibles de compartir en su plenitud con el prójimo.
La MVS
Me imagino un manojo de cables gordos, latentes y vívidos, conectados a una tele de plasma en un extremo, y con unos electrodos húmedos en el otro pegados a la cabeza del paterfamilia para gozo y alborozo de los críos, con los ojos como platos clavados en el plasma ya comentado. Así me figuro yo la Máquina de Visualización de Sueños (MVS), que, además de salir más barata que el canal Taquilla y el videoclub; permite que los agotados progenitores echen una cabezadita mientras sus hiperactivos niños se entretienen con su sueños, a buen seguro más didácticos que cualquier producción de la Disney-Pixar. (Una cosa que me preocuparía, si tal máquina se inventase, sería la reacción de la Sgae: miedo me da imaginarme a Teddy Bautista, Luis Cobos y Ramoncín reclamando un canon por cada sueñecito, pardiez).
En fin, hasta que ese sin par invento vea la luz, nos debemos conformar con la meliflua Fábrica de Sueños, más conocida como Hollywood, y sus sucedáneos oníricos, o sea, películas.
Sueños de celuloide
Siempre me ha resultado muy sugestiva la forma en que el cine han tratado de plasmar la materia onírica. La mayoría de los directores acaban recurriendo a manidos tópicos a la hora de mostrar a un personaje disfrutar o sufrir del hervor cerebral durante el sueño, siendo el resultado en pantalla para nada parecido a lo que se podría ver en la MVS. Sin embargo, existen algunos realizadores con el Toque Febril Alucinado (TFA) adecuado para componer fascinantes escenas que nos puedan dar una idea de cómo sería la Experiencia frente a la MVS.
La primera y única vez que videé La Gran Huída tuve la sensación de que alguien había cogido una cuchara sopera y me había sacado un par de pedazos de cerebro fundido para componer semejantes alucinaciones. La escena inicial de esta infravalorada película es una oda a las pesadillas explosivas:
Unos años después, James Cameron, AKA el Rey del Mundo, no ocultó su homenaje-plagio a La Gran Huída con la pesadilla de Sarah Connor en Terminator 2, aunque reconozcamos que mejoró el original:
En un hemisferio menos apocalíptico, Brian de Palma, AKA el Puto Amo, nos regaló la que para mi es la mejor muestra cinematográfica de sueños húmedos en la magnífica, infravalorada y psicotrónica Doble Cuerpo:
Pero si una película se ha aproximado al paradigma MVS en su totalidad, esa no es otra que El Almuerzo Desnudo, de David Cronenberg, AKA El Señor de la Demencia y los Nueve Reinos del Frenesí Onírico, auténtico creador de alucinaciones y pesadillas variadas. Vean a lo que me refiero:
Soñar es gratis, amigos, ¿pero lo será ver los sueños de otros? Mientras reflexionan sobre tal profundidad, les agradezco, como siempre, su visita.