viernes, 3 de julio de 2009

Las palabras ya no se las lleva el viento

Ya hace años que devaneo con Internet. Ando por sus surcos con la cerviz encorvada y mascarilla antigripal. Siempre he intentado estar oculto bajo absurdos seudónimos, cobarde y amparado en la miríada de ocurrencias, LOLES y demás gaitas de participación social. Hete aquí la trampa, tecleas corruptamente, sin control, sin remordimientos, sabiéndote mota de polvo, con animus iocandis o, preferentemente, animus bellum, y te olvidas de que en la Red no suele soplar mucho el viento. Y ahí se quedan tus exabruptos, casi todos cogiendo polvo, olvidados y secos, pero recordándote que no eres más que un zote.

Estas son algunas cosas que dije hace ya años -eones blogueros- por el Gobi Internáutico Español, discúlpenme:
Houellebecq es un insolvente fascinante y, quizás, ese sea su encanto. A mi las partículas me fascinaron del mismo modo que me sedujo American Psycho de Eston Ellis. Si tuviese que escoger a un sólo artista total de la contemporaneidad, a capite ad calcem, eligiría sin dudarlo a Michael Haneke que es capaz de pisotear los óleos de Erice sin parecer un bárbaro.
No es que ahora no se haga nada así en el cine español, no, es que no se hace cine, sino un algo masturbatorio que hace tiempo que se olvidó de que hay gente que -mira tú que cosas- le gusta ir al cine a que le cuenten algo, LO QUE SEA.
En fin, metiéndome en farina, yo diría que junto de "Báilame el Agua" (¿habéis oído hablar al director Josetxo Sanmateo? ¿No? Pues no os lo perdáis si tenéis tendencias autodestructivas!) y "Barrio" como muestras de LIGHT-o-FILIA buscagoyas, añadiría "Solas", con ESA FIERA QUE SE COME LA CÁMARA(¡) que es Silke y "Siete Vírgenes", con el actor joven más lamentable desde Jason Prietsley, el insigne Juanjo Ballesta (Soy malo y me pongo Sellakos de oro)...
Desde luego la carencia de hematocritos significó un aislamiento tan extremo que el comisario de Arco 06 tuvo que malgastar diez mil dinares en ejemplificar un ataque al estilo napoleónico.
Los más temidos son los africanos que te dan folletos de sus colegas santeros en plan "Doctor Kutangi, curador zulú". De veras creo que si no les cojo el folleto la maldición de Kikomungo caerá sobre mi o algo.
El problema de la sexta dimensión que no dijo Sam Baxter es que sólo llega al 75% de la población española.

Así fui. Así merezco y abrazo el castigo que venga. Y es que falta viento.

jueves, 28 de mayo de 2009

Traigo la palabra de diosito querido

Nadando en un mar de inmundicia se me ocurrió que debía llevar la palabra de diosito querido. Arribé a la orilla y sesenta y tres cuatreros chinos vestidos de tiroleses se ofrecieron, amables, a limpiarme la mierda que empapaba my body. Llevo la palabra de diosito querido, les dije, y lógicamente todos se postraron a mis pies y comenzaron a embadurnarse con la hez que me quitaban. Esto marcha, me dije.
Tomé prestada la bicicleta California XL4 de uno de los cuatreros y me dirigí a la ciudad. Observé entonces que la carretera estaba siendo destrozada por un calamar gigante de trescientos ventiocho pies de altura. Traigo la palabra de diosito querido, le dije, y el calamar se postró también y agarró un cuchillo de cocina y se hizo rodajas para luego empanarse a si mismo. Se me ofreció diciendo: "Cómeme para que no desfallezcas en el camino". Y le comí.
A pesar de la accidentada carretera llegué a la ciudad sin más incovenientes. Vi que estaba muy muy cambiada desde la última vez. Los rascacielos estaban ahora forrados de piel de pobres y las calles asfaltadas con uñas de pobres.
Me fui al ayuntamiento y les dije: "Traigo la palabra de diosito querido".
Me miraron los concejales extrañados mientras sus secretarias les masajeaban la cuca.
Traigo la palabra de diosito querido, repetí a voz en grito.
Pero no me hicieron caso y volví con los cuatreros chinos, que si que me lo hacían.
Fin.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Viscosa y carmesí

La otra noche fumaba un cigarrillo en el pequeño balcón de mi casa, mirando a la calle. Todo estaba vacío, el viento soplaba con fuerza y hacía tintinear cosas. No puedo ser más preciso, pero eran cosas metálicas. Tín-tilín-tlín-tlín.
Ya he dicho que no veía a nadie en la calle, ¿no? Pues en los edificios de enfrente tampoco había ni una sola ventana iluminada ni abierta. Como si estuviesen todos los pisos vacíos. Y tampoco es que fuese demasiado tarde, faltaba poco para la una.

Estaba algo nervioso porque era mi penúltimo cigarrillo y me apetecía empalmarlo con el último, que parecía tristón en la cajetilla, ahí solico. Pero si lo hacía, al día siguiente no tendría ocasión de ciscarme el pitillo post-desayuno que, como bien es sabido, es uno de los más importantes del día. En esta encrucijada me encontraba cuando sucedió algo de veras imprevisto: tras un nuevo repique metálico -tilín-, escuché una extraña y estruendosa explosión seca, como si una burbuja gigante hubiese hecho BLOB. El ruido provenía de la misma calle, siete pisos más abajo.
Miré.

Una monumental grieta se iba dibujando de un extremo a otro de la calzada. A continuación todo el asfalto empezó a sufrir algo parecido a espasmos, violentos latidos. Casi contracciones. Las ventanas del vecindario seguían a oscuras, ¿nadie oía nada? ¿nadie lo sentía? El enorme tajo empezó a abrirse lentamente, proyectando al tiempo una potente luz rosácea que me hizo entornar los ojos hasta adaptarme al nuevo tono de whiskería que lo estaba tiñendo todo. Entonces pude ver el interior de la sajadura, viscoso y carmesí, salpicado de grandes espinas amarfiladas. Sí, era como una enorme vulva dentada e iridiscente. Repentinamente, se puso a expeler pedorretas y gases de colores; y un tufillo a lonja de pescado me golpeó el hocico. Sin duda se trataba del Apocalipsis, que acontencía en mi barrio; su epicentro.

No quise esperar a ver como demonios, íncubos y toda suerte de nefandas criaturas abisales surgían de las profundidades en energúmenas hordas para tomar mi barrio, violar a mis ancianas vecinas, saquear bisuterías y chinos y pakis, asaltar los parquímetros con avariciosa saña demoníaca. Así que decidí reservarme el último cigarrillo para el desayuno y me fui a la cama, resignado a despertarme en un nuevo lunes.

viernes, 6 de febrero de 2009

La imaginación al poder

Ya me disculparán, pero sigo leyendo el libro “Colapso” de Jared Diamond y continuo quedándome patidifuso ante la gran inventiva de muchas civilizaciones a la hora de aplicar dolor y muerte. Y es que el ser humano es un bicho de recursos.

Los pacíficos mayas eran realmente ingeniosos con sus prisioneros. Aparte de las clásicas decapitaciones y destripamientos, ataban las extremidades de los cautivos a una gran bola de piedra de modo que el cuerpo quedase extendido y arqueado sobre ella y, a continuación, la arrojaban por las largas escalinatas de las pirámides que ahora reciben hordas de turistas en la Riviera Maya. Cuando la bola llegaba al suelo, imaginen como había quedado el cuerpo del galeote.
También en Mesoamérica, los totonacas (la actual Veracruz, México) en ocasiones sacrificaban niños pequeños para extraerles la sangre, la cual era mezclada con semillas para hacer una pasta la cual era comida entre los adultos. Qué merendola.
Un poco más al sur, en la actual Colombia, vivieron los muiscas, cuyos sacerdotes criaban de tanto en tanto a un niño como persona sagrada y a los quince años era llevado a un templo y atado a un poste de piedra para luego hacerlo morir a flechazos, arrancarle el corazón y ofrecérselo al sol. Sí, estos eran más clasicotes.

Aunque menos famosos, en Europa también teníamos civilizaciones dedicadas a esto de aplacar la ira de los dioses y pedir buenas cosechas. Los celtas eran una de ellas. Si bien a la hora de realizar sacrificios humanos eran bastante ordinarios (decapitaciones, apaleamientos, etc.) no puedo dejar de mencionar un ritual que conllevaba el sacrificio de un animal y era toda una oda a la imaginación: La coyunda del rey con el caballo. Este rito consistía en la reunión de todo el pueblo para ver como el futuro rey copulaba con una yegua. Una vez finalizaba el hermoso acto, la yegua era sacrificada ante el regocijo general. El cuerpo de la yegua se descuartizaba cuidadosamente, haciendo un guiso con la carne del animal hervida en agua. Se dejaba enfriar el guiso, y dentro se metía el futuro rey para bañarse dentro. Mientras tomaba el baño, comía los trozos de carne de yegua, y los presentes participaban en el banquete. Cuando la carne se acababa, y para culminar el rito de coronación al rey, el rey se tenía que beber el agua del caldo sin ayuda de recipientes ni cucharas. El coito entre el rey y el caballo simbolizaba la fertilidad del país y la fortuna de los reinos ¡Bravo!

jueves, 15 de enero de 2009

Equilibrio medioambiental y gastronomía exótica

En contra de mi voluntad, y debido a compromisos ineludibles y constantes, este blog está bastante abandonado. El post de hoy es tan sólo un espejismo en medio de un desierto, así que pueden estar tranquilos: el pírrico ritmo de actualizaciones permanecerá bajísimo sine die.

Tan sólo quería hacerles partícipes de mi alborozo al haber descubierto uno de los mejores insultos jamás esputados. Lo descubrí hace unos días, leyendo el magnífico libro de
Jared Diamond, “Colapso”; en el capítulo dedicado a la antigua civilización de la Isla de Pascua (malamente retratada en la película Rapa-Nui) y los motivos de su desaparición. Resulta que los alegres indígenas pascualenses convivían de forma más o menos pacífica hasta que, debido a su obsesión compulsiva de construir Moais cada vez más colosales, el débil equilibrio medioambiental insular empezó a resentirse. Para la construcción de los enormes Moais eran necesarias muchas herramientas e instrumentos de transporte, y la única materia prima para fabricarlos era la madera de los densos –aunque frágiles- bosques interiores que por entonces poblaban la isla. El ritmo de tala y esquilme de madera fue tan brutal que llegó el inevitable momento de escasez: los bosques se vieron tan afectados y reducidos que una gran parte de la fauna que allí habitaba también desapareció. A los simpáticos indígenas de las diferentes tribus, que hasta entonces tenían una dieta basada en todos estos animalicos desaparecidos, les entró un fuerte canguelo: conseguir comida era cada vez más complicado y los excedentes alimentarios ya eran cosa del pasado, un recuerdo etéreo en las brumas de la memoria. Cada año, la situación era más crítica, pues aunque los pascualenses habían dejado de erigir Moais y demás construcciones mastuerzas, la manduca era muy escasa. Y había ganas de chicha. Consecuentemente, las armoniosas relaciones que imperaban entre las diferentes tribus desaparecieron como lágrimas en la lluvia y se dio paso a una etapa de pseudo-guerra civil propiciada por la competitividad para conseguir recursos y alimentos. Pero las ganas de chicha continuaban y el paso en el que están pensando, estimados lectores, no tardó en darse: ¡Canibalismo! ¡Antropofagia! ¡Yuju!

Y llegamos a donde queríamos llegar: en tal situación de agresión constante entre tribus que salían a cazar rivales brotó una bella expresión de desprecio hacia el otro. Un insulto sublime, un axioma que deberíamos popularizar de nuevo... helo aquí:

“La carne de tu madre se queda entre los dientes”

Magnífico.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Es justo


Siempre me dijeron eso, que no es correcto abusar de los demás por ser más grande y fuerte. ¿De qué sirve tener más fuerza que la mayoría de las personas si no puedes partirle la cara a alguien cuando te viene en gana?

Dios me ha dotado con ese poder, pero sólo puedo usarlo en un ring. O un tatami. O en peleas clandestinas por un puñado de dólares. Siempre he creído justo eso, si un tipo se equivoca conmigo y le castigo el hígado hasta la saciedad estaría aprovechándome de una ventaja que yo he recibido y él no.

Es justo. Por eso sólo me parto la cara con gente de mi condición… o aquellos que me joden descaradamente y sabiendo lo qué les espera si los atrapo.

Antiguamente, antes de existir reyes, emperadores, gobernantes y toda esa mierda de gente, en un poblado o comunidad, el más fuerte hacía lo que le venía en gana sin esperar permiso de nadie. Sólo debía estar preparado para que no se lo pelaran por la espalda.



El que más follaba


Era justo. Al más fuerte había que vencerlo con artimañas. Después, cuando empezaron a utilizarse las herramientas, el más fuerte, ergo el jefe de la tribu, no era de hecho el mejor. Tenía posibilidades, pero para ser el macho alfa también tenía que ser listo y habilidoso.

Y entonces fue cuando todo se jodió. Cierto día, a un hideputa de esos se le ocurrió, ya cuando empezaba a chochear, que eso era demasiado bonito para perderlo todo porque un niñato egoísta había decidido acabar con él estrellándole un chusco en la cabeza. Así que se inventó una especie de regla no escrita (o escrita por él mismo) que decía que por algún tipo de designio divino sólo él y sus descendientes podían gobernar en el pueblo, reino o lo que quiera que sea, pues todo acaba siendo igual allá donde sea.

Y así fue durante mucho tiempo en muchos lugares. En otros, como en el Imperio Romano, funcionaba de otra manera. El jefe, por decirlo de una manera fácil de entender, más o menos era elegido por el pueblo. Pero a fin de cuentas era lo mismo. No era el hijo de, pero era el que tenía potestad para hacer lo que le saliera de los cojones con los demás.

Más o menos como ahora. Ahora elegimos a los gobernantes (al menos donde nosotros vivimos, que es lo que nos importa) y ellos son los que hacen y deshacen. Hacen lo mismo que miles de años antes un tipo con mi fuerza tenía el derecho de hacer. Ahora mi virtud sólo sirve para meterme en problemas.




Dependiendo del color de la corbata hay que acojonarse o no...

Se me ocurre un par de cosas que podría hacer con ella


Y así es como muchos de nosotros, por haber nacido pobres y sin suerte no tenemos más poder de decisión que elegir donde tomarnos el café de la mañana. Y eso si nos llegan los cuartos. Otros, por nacer ricos, suertudos, con ambición, inteligentes, y tantas otras cualidades que Dios les ha dado, tienen el derecho de usar todas esas condiciones para beneficiarse. Para perjudicar a los que no son como ellos.

Joder, que frío hace en la calle. Mierda, sólo me quedan dos cigarros. Tengo que dejar de fumar, demasiada pasta. ¡Me cago en la pu…! ¿Ese no es el director del Banco? Su puta madre, vaya cochazo tiene el cabrón.

Joder, no se como me ha entrado la neura, pero le estoy reventando la cara. Y me siento bien. Noto gente intentando separarme pero no pueden. Soy demasiado fuerte. A lo lejos oigo una sirena, creo que llegan tarde. Cada cual jode a su manera.

Es justo.




martes, 4 de noviembre de 2008

Potorrismo y picotismo: breve perspectiva psico-social y nuevos retos ante el fenómeno Swinger

Durante las últimas semanas los excelsos, eminentes y garbosos blogs Con opinión de todo y Pruebas de Estupidez han llevado una exhaustiva labor de documentación sobre algunos de los fenómenos psico-sociales que, de forma preeminente en los últimos años, juegan un papel importante a la hora de adjudicar roles y posiciones dentro del grupo. Efectivamente: hablo de picotismo y potorrismo.

Como muchos de ustedes ya sabrán, el potorrismo es el culto que guía la vida de Portrait y Cía. Ellos explican muy bien en qué consiste tal ontología y qué consecuencias tiene en la vida de los devotos potórricos y los nuevos conversos. Como cualquier paradigma de conducta, el potorrismo tiene su antítesis, acertadamente denominada como picotismo. Así pues, tras la detenida y minuciosa lectura de CODT, cabe destacar que los devotos potórricos practican un amable, aunque ferviente, proselitismo. De este modo la gnosis del potorrismo se fundamenta, paradójicamente, en constantes arremetidas a su antítesis conductual, precisando, a su vez, de la no desaparición picotistica para preservar su propio pábulo.

Por otro lado, y como reconocido expicoto, Milgrom lleva una valiosa labor de divulgación del picotismo, rompiendo tabúes y, a la vez, desmitificando la mala fama que sobre la conducta picota vierte el potorrismo. De este modo, y tras una pormenorizada lectura de los últimos posts de Milgrom y una profunda reflexión de los mismos, podemos concluir que el pagafantismo (véase 1, 2 y 3 para más información) es una causa indefectible para el desarrollo de una conducta picota. Cabe precisar, sin embargo, que a pesar de ser condición sine cua non para desarrollar un comportamiento picoto, no es un factor de inevitable causalidad. O dicho de otro modo: ser un pagafantas no implica convertirse en picoto, pero todo picoto ha sido pagafantas.

Hasta este punto existe un consenso más o menos mayoritario: mientras que el potorrismo tiene un fundamento colonizador, expansivo; el picotismo se cimienta en el inmovilismo.

Bertín Osborne, devoto potórrico, y Pilar Bardem, famosa por su picotismo. Ambas conductas no entienden de ideologías políticas, aunque a primera vista no lo parezca.


Sin embargo, existe un fenómeno creciente en los últimos años que está haciendo tambalear los cimientos de la Eterna Antítesis de las dos Pés: me refiero al Swingerismo. El fenómeno swinger hunde sus raíces en una época altamente potórrica como son los años 60, y se enmarca en la pseudofilosofía New Age (excelentemente descrita por Michel Houellebecq en su magistral novela Las Partículas Elementales). Así pues, un superficial vistazo nos puede hacer pensar que el fenómeno swinger es un paso más en la conducta potórrica. Pero no. Esto no es posible. Si he interiorizado bien los escritos fundacionales del potorrismo –y creo haberlo hecho- puedo afirmar, de facto, que el swingerismo choca frontalmente con la conducta potórrica. Esta afirmación se hace obvia, cristalina como el rocío mañanero, tan sólo echando un vistazo a cualquier página web swinger. Vean los bajos niveles de follabilidad que provocan los interfectos. Para los swingers, el fin justifica los medios, y su fin no es otro que meterla en caliente, independientemente de los niveles potórricos del otro. Es más, son incapaces de generar apretura. A las fotos les vuelvo a remitir.
Así pues, no creo descabellado afirmar que el fenómeno swinger es una cortina de humo lanzada por algún poderoso lobby pagafantas-picoto con el fin de dinamitar el expansionismo potórrico, atacando directamente a su flanco más débil: el nivel estético-físico de sus integrantes.
En definitiva, estamos asistiendo, señores, a un silencioso enfrentamiento a nivel conductivista de consecuencias imprevisibles. ¿Qué nos deparará el futuro? Nadie lo sabe.

Este breve informe está dedicado CODT y PdE, dos libérrimos y genialoides blog.