
Nada hay más innoble y bastardo que zurrarse por unos pavos. Y por eso me gusta el pugilato: hace aflorar el instinto de supervivencia como ningún otro deporte. Sangre, sudor y odio a doce asaltos. El que mejor sepa gestionarlos sobrevive.
Pero, sobre todo, el boxeo es el fracaso hecho deporte. Una gran hermandad de hombres desesperados por alcanzar la ruina vital.
El 14 de marzo de 1881 nacía en Avellino (Sur de Italia) Saverio Giannone, un niño de pelo demasiado claro para la cetrinez reinante en la región.
Un tiempo indeterminado después, el pequeño Saverio llegaba al puerto de Nueva York junto con unas cuantas maletas y sus padres.
Al cabo de unos años, y por motivos desconocidos, un joven Saverio decidió convertirse en boxeador. Despojándose de su nombre italiano y bautizándose como Joe Grim, subió al ring el 15 de septiembre de 1900. Tenía 19 años. Aquel día empezó a forjarse la leyenda.
13 años y 113 combates después, Grim colgaba los guantes con un récord jamás igualado: 6 victorias, 9 empates y 91 DERROTAS.
Como comentó tiempo después el mítico cronista de boxeo, Nat Fleischer “Grim no sabía boxear, pero poseía un gran coraje. De hecho, era demasiado valiente para su propia integridad. Además era lento de pies y aún más lento pensando; y a pesar de no tener ninguna de las cualidades que necesita un boxeador decente, siempre era un buen reclamo para una velada por su inhumana capacidad de aguante y su coraje. Su habilidad para soportar cualquier castigo era incomparable”.
Pero lo más impresionante es que de las 91 derrotas que Grim cosechó, tan sólo 5 fueron por KO. Tal vez fue su valor suicida, tal vez alguna tara congénita reforzada a base de golpes, pero lo cierto es que Grim era prácticamente innoqueable. Los apodos, por supuesto, no tardaron en llegar: The Iron Man, The indestructible man of pugilism, The human punching bag...
Robert E. Howard, creador de Conan el Bárbaro y un gran aficionado al boxeo, presenció varias de sus peleas, lo que le llevó a afirmar que “Grim no era un boxeador en el más estricto sentido de la palabra, era más bien como una alfombra: hasta un ciego podía sacudirle”
Tras cada combate que Grim acababa con éxito (léase vivo/en pie) su fama y notoriedad se acrecentaban. Recibió severas tundas y castigos de todos sus rivales, incluyendo a los más notables púgiles y los más potentes pegadores de la época (Jack O’brien, Joe Walcott, Dave Holly). Sin embargo siempre se le veía abandonar el ring por su propio pie gritando “¡Soy Joe Grim y nadie puede noquearme!”
De esta forma, la creencia de que Grim era innoqueable se propagó rápidamente por el mundillo boxísitico y sus veladas se convertieron en un éxito, con un público ávido de ver quién sería el primer hombre capaz de mandar a dormir a Grim.

Jack Johnson y sus dos somníferos
El combate se celebró el 24 de julio en Philadelphia, con una asistencia realmente asombrosa para la época: 3.000 personas pagaron por ver el evento.
Durante los tres primeros asaltos Grim fue vapuleado por todo el ring. Cada pocos minutos los golpes de Johnson derrumbaban a Grim y la multitud rugía “¡Levántate Joe!”, y Joe se levantaba con una amplia sonrisa en su rostro ensangrentado. Pero en el cuarto round Johnson lanzó un brutal golpe que volvió a derribar a Grim, mientras un ruido de huesos pulverizados recorría las primeras filas.
Grim, bocabajo, con las manos y las rodillas apoyadas en la lona, no parecía reaccionar. Pero cuando el árbitro estaba a punto de decir diez, Joe se levantó como un resorte. Su cara seguía dibujando la misma estúpida sonrisa. En los siguientes asaltos fue derribado tres veces más, y tres veces más se sobrepuso. Finalmente, durante el descanso anterior al sexto y último round, en su esquina, un asombrado Jack Johnson se dio cuenta: "ése tipo no es humano".
Johnson, evidentemente, ganó a los puntos, pero la fama de Grim se disparó. Aún tendrían que pasar 8 años y unas 90 peleas más para que The Human Punching Bag se retirara.
Joe Grim fue un monstruo de la Naturaleza (como la mujer barbuda o el hombre con dos cabezas) en un momento en el que los freak shows eran un espectáculo de masas.
Tras numerosos combates, y movidos por el morbo, unos médicos examinaron a Grim y declararon que su cráneo era de extraordinario grosor, tal vez el doble que el de un hombre normal (Johnson estaba en lo cierto). Su rostro, sin embargo, mostraba los efectos de los golpes: se rompió la nariz tantas veces que no era más que un trozo de tejido, y sus orejas se habían convertido en coliflores.
No sé si hay nobleza en la historia de Joe Grim. Desde luego yo sólo veo patetismo. Grim fracasó como púgil en todos los aspectos, pero no defraudaba cada vez que sonaba la campana.
Ding-a-dong!
A falta de imágenes del bueno de Grim, aquí tenéis un pequeño clip de Jack Johnson.