miércoles, 21 de mayo de 2008

Sueños y cánones

Bien supo plantearse el escurrebultos de Descartes si eso que nos venden como Realidad es realmente más real que los desprestigiados sueños, siendo éstos, como cualquier púber-macho sabe, de consecuencias tan reales como húmedas y pegajosas.
¿Hasta que punto no es cierto que tú, amigo, no has participado en un orgiástica fiestaca con, no sé, Sofía Loren, Megan Fox y –jugarretas de tu subconsciente- Karmele Marchante? Un recuerdo tan vivaz como ese se registra en tu Archivo Mental Selectivo (AMS), el mismo en donde están las memorias de 6º de EGB, la vez en que te desvirgaste en modo vigilia, o las reminiscencias de tu madre golpeando la puerta del baño con la sibilina intención de cortarte la paja.
Estando así las cosas, el abajo firmante sostiene que no sólo lo experimentado durante las fases del sueño no ha de ser tenido como asunto baladí, si no que, por el contrario, es tan válido –si no más- que las vulgares rutinas que acometemos en pleno insomnio. El único inconveniente de las experiencias oníricas es, vaya, que son esencialmente individuales, imposibles de compartir en su plenitud con el prójimo.


La MVS

Me imagino un manojo de cables gordos, latentes y vívidos, conectados a una tele de plasma en un extremo, y con unos electrodos húmedos en el otro pegados a la cabeza del paterfamilia para gozo y alborozo de los críos, con los ojos como platos clavados en el plasma ya comentado. Así me figuro yo la Máquina de Visualización de Sueños (MVS), que, además de salir más barata que el canal Taquilla y el videoclub; permite que los agotados progenitores echen una cabezadita mientras sus hiperactivos niños se entretienen con su sueños, a buen seguro más didácticos que cualquier producción de la Disney-Pixar. (Una cosa que me preocuparía, si tal máquina se inventase, sería la reacción de la Sgae: miedo me da imaginarme a Teddy Bautista, Luis Cobos y Ramoncín reclamando un canon por cada sueñecito, pardiez).
En fin, hasta que ese sin par invento vea la luz, nos debemos conformar con la meliflua Fábrica de Sueños, más conocida como Hollywood, y sus sucedáneos oníricos, o sea, películas.

Sueños de celuloide

Siempre me ha resultado muy sugestiva la forma en que el cine han tratado de plasmar la materia onírica. La mayoría de los directores acaban recurriendo a manidos tópicos a la hora de mostrar a un personaje disfrutar o sufrir del hervor cerebral durante el sueño, siendo el resultado en pantalla para nada parecido a lo que se podría ver en la MVS. Sin embargo, existen algunos realizadores con el Toque Febril Alucinado (TFA) adecuado para componer fascinantes escenas que nos puedan dar una idea de cómo sería la Experiencia frente a la MVS.
La primera y única vez que videé La Gran Huída tuve la sensación de que alguien había cogido una cuchara sopera y me había sacado un par de pedazos de cerebro fundido para componer semejantes alucinaciones. La escena inicial de esta infravalorada película es una oda a las pesadillas explosivas:






Unos años después, James Cameron, AKA el Rey del Mundo, no ocultó su homenaje-plagio a La Gran Huída con la pesadilla de Sarah Connor en Terminator 2, aunque reconozcamos que mejoró el original:






En un hemisferio menos apocalíptico, Brian de Palma, AKA el Puto Amo, nos regaló la que para mi es la mejor muestra cinematográfica de sueños húmedos en la magnífica, infravalorada y psicotrónica Doble Cuerpo:






Pero si una película se ha aproximado al paradigma MVS en su totalidad, esa no es otra que El Almuerzo Desnudo, de David Cronenberg, AKA El Señor de la Demencia y los Nueve Reinos del Frenesí Onírico, auténtico creador de alucinaciones y pesadillas variadas. Vean a lo que me refiero:




Soñar es gratis, amigos, ¿pero lo será ver los sueños de otros? Mientras reflexionan sobre tal profundidad, les agradezco, como siempre, su visita.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Sabemos cómo hacerte feliz

¿Qué es la vida, oh, ese interludio entre no-ser y ser, si no una pamema de la búsqueda infructuosa del santo grial de la felicidad perfecta? Ah, la felicidad: una quimera eterna, una entelequia seductora, que jamás ningún hombre ha llegado a –siquiera- rozar con la punta de los dedos.
Se dice, se comenta, que todos los que erramos por este hediondo descampado llamado vida nos movemos en la dirección en la que creemos que se halla el quimérico estado de Felizlandia. Pero, ¿qué es realmente la felicidad?
Según Aristóteles, “puesto que la felicidad es aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto; es más propio del hombre el alma que el cuerpo por lo que la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma intelectiva o racional”.
En resumen, Aristóteles quiere decir que la felicidad consiste en la adquisición de la excelencia (virtud) del carácter y de las facultades intelectivas. Lo cual, por cierto, nos pone las cosas realmente jodidas a los autores de este blog, de intelecto poco primoroso, por decirlo así.
Entonces, descartada la opción que planteaba el griego, por inalcanzable para mi cociente intelectual, y siendo yo de natural pragmático e impaciente; al plantearme la cuestión de cómo conseguir de forma rápida y eficaz un estado de gracia próximo a la felicidad, no se me ocurrió nada más que utilizar el puto google. Claro.
La sorpresa de rigor que siempre nos depara el puto google, esa bestia de lo banal, no se hizo esperar ni un segundo: resulta que existe por el mundanal mundo mucho experto especializado en motivar al personal para alcanzar la ansiada felicidad. De modo que, ni corto ni perezoso, procedí a sumergirme entre las fórmulas maravillosas de estos gurús de la sonrisa:

Las fórmulas de Rodolfo Canales.
Este simpático señor de mondo cráneo y bigotín fascio se define como “conferencista, escritor, consultor y motivador de Monterrey, Nuevo León, México. Mis libros se han vendido por miles gracias a ustedes. Me los han comprado en: primarias, secundarias, preparatorias, universidades para sus alumnos, también, empresas industriales, comerciales, de servicio para la motivación de sus empleados. Si usted es estudiante ama de casa, trabajador, empresario, vendedor, maestro, político, artista; y desea tener una actitud positiva y ser más feliz, mis libros son para usted”.
Su primera fórmula es el libro “Ser feliz es el éxito”, que el propio Canales define como “38 cápsulas de motivación que están diseñadas para que el lector, pueda utilizarlos para desarrollar actitudes positivas y ser feliz. Mas que un libro, es un manual de desarrollo humano. Decídete a ser humano feliz.” Pero su obra magna no es otra que “La historia de motivación la princesa Yamil”, la fábula de una bella princesa que lucha por alcanzar su felicidad y la de todo su pueblo. Un MUST, amigos.

Las fórmulas de Jaime González.
Jaime es un joven puertoriqueño de sonrisa cegadora y postura a lo buddy christ que ha representado a su país en diversas competiciones de béisbol. Actualmente es “conferenciante, educador y motivador” en pos de la felicidad de aquellos que recurren a sus servicios. La obra de Jaime González es mucho más prolífica que la de Rodolfo, con títulos como “Actitud es la clave” (así, sin artículo), “A la conquista”, “Yo también puedo” o “¿Mediocre yo?...Jamás!”.

Las fórmulas de Francisco Yáñez.
También mexicano, este profesional dota a su discurso de un enfoque mucho más poético, pudiendo resumirse en este bello pasaje: “Muchos individuos viven hoy bajo el influjo del síndrome niágara. La vida es como un río donde los individuos flotan sin sentido. Flotan sin saber adonde quieren llegar, por eso no tardamos en sentirnos arrastrados por la corriente, por los acontecimientos, por los desafíos, por las circunstancias”.
Francisco Yáñez, de acuerdo con su peculiar estilo, se define, no como un mero escritor o conferenciante, sino como “un maestro dedicado a implementar estrategias para crear una extraordinaria calidad de vida en los individuos y organizaciones en toda América Latina”.

Las fórmulas de Jesús E. Tobías Páder.
Este mexicano (sí, otra vez) de frente generosa es, además de un experto de la felicidad, ingeniero electricista y poeta. Un dechado de virtudes, oigan. ¿Quién no buscaría su sabio consejo? Tobías Páder es autor del libro "Créalo", en el cual se “estimula el desarrollo de la creatividad en cualquier aspecto de la vida”. Otro de sus libros se titula "El Burro", que es “un cuento que expone los temas más trascendentes de la vida en palabras muy sencillas”. Así, también es autor de los libros "Diversos" y "Diversos 2" “en los cuales, mediante versos, estimula la superación personal del lector”. ¿Lo pillan? ¡Son libros de versos y se titulan Diversos! ¡Genial!
He aquí una muestra de la sensibilidad del Ingeniero Tobías:

Lucha siempre como puedas,
nunca dejes de insistir,
mira lo alto en la montaña,
ahí está tu porvenir.

Si cansado ya no puedes
y el dolor te desanima,
no te pares ni te quejes,
tú levántate y camina.

Solamente esto recuerda
y no apartes de ahí tu mira:
sólo grandes allá llegan,
ahí nos vemos, en la cima.


En fin, amigos, espero que este modesto post les sirva como espoleta para salir “ahí fuera” en busca de lo que les corresponde por derecho: su felicidad. Desde este galpón llamado blog nos consta que todos ustedes se la merecen. Con todas estas posibilidades... ¿quién necesita al viejuno de Aristóteles?