lunes, 25 de febrero de 2008

The Human Punching Bag. Una historia de fracaso, supervivencia y huesos rotos.


La nobleza del boxeo se encuentra en el limbo de los calcetines desparejados y las promesas de fidelidad. Concretamente en la cuarta planta, sección hipocresía global.
Nada hay más innoble y bastardo que zurrarse por unos pavos. Y por eso me gusta el pugilato: hace aflorar el instinto de supervivencia como ningún otro deporte. Sangre, sudor y odio a doce asaltos. El que mejor sepa gestionarlos sobrevive.

Pero, sobre todo, el boxeo es el fracaso hecho deporte. Una gran hermandad de hombres desesperados por alcanzar la ruina vital.

El 14 de marzo de 1881 nacía en Avellino (Sur de Italia) Saverio Giannone, un niño de pelo demasiado claro para la cetrinez reinante en la región.
Un tiempo indeterminado después, el pequeño Saverio llegaba al puerto de Nueva York junto con unas cuantas maletas y sus padres.
Al cabo de unos años, y por motivos desconocidos, un joven Saverio decidió convertirse en boxeador. Despojándose de su nombre italiano y bautizándose como Joe Grim, subió al ring el 15 de septiembre de 1900. Tenía 19 años. Aquel día empezó a forjarse la leyenda.

13 años y 113 combates después, Grim colgaba los guantes con un récord jamás igualado: 6 victorias, 9 empates y 91 DERROTAS.
Como comentó tiempo después el mítico cronista de boxeo, Nat Fleischer “Grim no sabía boxear, pero poseía un gran coraje. De hecho, era demasiado valiente para su propia integridad. Además era lento de pies y aún más lento pensando; y a pesar de no tener ninguna de las cualidades que necesita un boxeador decente, siempre era un buen reclamo para una velada por su inhumana capacidad de aguante y su coraje. Su habilidad para soportar cualquier castigo era incomparable”.
Pero lo más impresionante es que de las 91 derrotas que Grim cosechó, tan sólo 5 fueron por KO. Tal vez fue su valor suicida, tal vez alguna tara congénita reforzada a base de golpes, pero lo cierto es que Grim era prácticamente innoqueable. Los apodos, por supuesto, no tardaron en llegar: The Iron Man, The indestructible man of pugilism, The human punching bag...
Robert E. Howard, creador de Conan el Bárbaro y un gran aficionado al boxeo, presenció varias de sus peleas, lo que le llevó a afirmar que “Grim no era un boxeador en el más estricto sentido de la palabra, era más bien como una alfombra: hasta un ciego podía sacudirle”

Tras cada combate que Grim acababa con éxito (léase vivo/en pie) su fama y notoriedad se acrecentaban. Recibió severas tundas y castigos de todos sus rivales, incluyendo a los más notables púgiles y los más potentes pegadores de la época (Jack O’brien, Joe Walcott, Dave Holly). Sin embargo siempre se le veía abandonar el ring por su propio pie gritando “¡Soy Joe Grim y nadie puede noquearme!”
De esta forma, la creencia de que Grim era innoqueable se propagó rápidamente por el mundillo boxísitico y sus veladas se convertieron en un éxito, con un público ávido de ver quién sería el primer hombre capaz de mandar a dormir a Grim.
Y, amigos, estamos hablando de combates de principios del siglo XX, algunos de 20 asaltos y con guantes de muy pocas onzas, lo que equivale a muy poca protección y muchos dedos rotos.
Pero sigamos con nuestra pequeña historia de sangre y fracaso.
Era mayo de 1905, Grim ya llevaba 5 años boxeando, había perdido todos sus combates (menos uno) y continuaba sin ser noqueado. Justo por aquel entonces, el que sería futuro campeón de los pesados, Jack Johnson buscaba su oportunidad para pelear por el título mundial, pero en marzo había perdido a los puntos un combate de 20 asaltos. Johnson quería una pelea que pudiese minimizar esta derrota y, cómo no, su manager pensó en Joe Grim: noquearle le daría fama a Johnson y lo volvería a poner en órbita para pelear por el título.
Aunque Johnson pesaba 210 libras (98 kilos) y Grim tan sólo 165 (76 kilos) –si, amigos, por aquel entonces las comisiones deportivas eran un poco más flexibles- muchos aficionados dudaban de la capacidad de Johnson para conseguir lo que nadie había logrado hasta entonces. Sin embargo, éste confiaba en su potente pegada.

Jack Johnson y sus dos somníferos


El combate se celebró el 24 de julio en Philadelphia, con una asistencia realmente asombrosa para la época: 3.000 personas pagaron por ver el evento.
Durante los tres primeros asaltos Grim fue vapuleado por todo el ring. Cada pocos minutos los golpes de Johnson derrumbaban a Grim y la multitud rugía “¡Levántate Joe!”, y Joe se levantaba con una amplia sonrisa en su rostro ensangrentado. Pero en el cuarto round Johnson lanzó un brutal golpe que volvió a derribar a Grim, mientras un ruido de huesos pulverizados recorría las primeras filas.

Grim, bocabajo, con las manos y las rodillas apoyadas en la lona, no parecía reaccionar. Pero cuando el árbitro estaba a punto de decir diez, Joe se levantó como un resorte. Su cara seguía dibujando la misma estúpida sonrisa. En los siguientes asaltos fue derribado tres veces más, y tres veces más se sobrepuso. Finalmente, durante el descanso anterior al sexto y último round, en su esquina, un asombrado Jack Johnson se dio cuenta: "ése tipo no es humano".
Johnson, evidentemente, ganó a los puntos, pero la fama de Grim se disparó. Aún tendrían que pasar 8 años y unas 90 peleas más para que The Human Punching Bag se retirara.

Joe Grim fue un monstruo de la Naturaleza (como la mujer barbuda o el hombre con dos cabezas) en un momento en el que los freak shows eran un espectáculo de masas.
Tras numerosos combates, y movidos por el morbo, unos médicos examinaron a Grim y declararon que su cráneo era de extraordinario grosor, tal vez el doble que el de un hombre normal (Johnson estaba en lo cierto). Su rostro, sin embargo, mostraba los efectos de los golpes: se rompió la nariz tantas veces que no era más que un trozo de tejido, y sus orejas se habían convertido en coliflores.

No sé si hay nobleza en la historia de Joe Grim. Desde luego yo sólo veo patetismo. Grim fracasó como púgil en todos los aspectos, pero no defraudaba cada vez que sonaba la campana.

Ding-a-dong!

A falta de imágenes del bueno de Grim, aquí tenéis un pequeño clip de Jack Johnson.

domingo, 17 de febrero de 2008

Ni puta gracia

Blanco, negro, inglés, escatológico, infantil, inteligente... No, no estoy hablando de Michael Jackson. Me refiero al humor, amigos. Esa cosa que –dicen- diferencia al ser humano de las bestias, ese argumento multiusos que igual sirve para pedir disculpas (era una broma) que para insultar cruelmente (era una broma). Una entelequia en forma de navaja suiza, una sustancia subatómica, cualquier líquido de un organismo vivo...
Explicar qué es el humor es una quimera, un imposible, un querer matar hormigas a cañonazos. Cada uno de ustedes tiene un peculiar (adjetivo obligatorio en este post) sentido del humor, y no seré yo el que cometa la temeridad de dar una definición acotadora.
Sin embargo, criticar a los humoristas es una tarea mucho más fácil y placentera. Sin más dilación les presento...

¡El Top 10 de los cómicos más infames de nuestra vida!

1. Jaimito Borromeo.
Jaime Alborch Yagüe debía ser el niño más gracioso de su clase durante la EGB, seguro que sí. Probablemente en su casa le llamaban Jaimito, como el famoso protagonista de tantos y tantos chistes de nuestra infancia. De esta forma, su nombre y su natural tendencia al caca-pedo-culo-pis le convirtieron en una celebridad en el patio del colegio y en las reuniones familiares. Pero lo que le dio la fama también le condenó. Jaime Alborch pensó que si sus infantiles chascarrillos funcionaban en la fiesta de fin de curso del Colegio Público Rey Viriato por qué no lo iban a hacer en los escenarios de toda España. Actualmente Jaime Alborch sigue vistiéndose como un niño, pintándose unas divertidísimas pecas en los mofletes y explotando su excelente imitación de niño travieso. Sigh!
2. Mariano 1.85.
Partner in crime de Miguel Vigil (ex Académica Palanca) y Jaimito Borromeo en la organización Cómicos de Guardia, Mariano 1.85 gozó de cierto éxito durante los años 90 con esporádicas apariciones en programas de variedades (principalmente producidos por José Luís Moreno). El número estrella de nuestro infame cómico número 2 consistía en salir al escenario acompañado de una guitarra y contar chistes que todo el mundo se sabía intercalando alegres tonadillas con el instrumento (la guitarra). Y ya. Eso era todo. Por no provocar, no provocaba ni asco. La indiferencia más absoluta. Carne de zapping y sopor.
3. Los Morancos.
Los hermanos Cadaval, zevillanoh, graciozoh y con pinta de turistas de chancla y calcetín despliegan un humor que consiste en mezclar el gracejo andalú con la escatología más low-class y el travestismo de barrio chino. Incomprensiblemente famosos, actualmente los podemos ver humorar en “Tú sí que vales”, programa de Tele 5. Claro ejemplo de cómo el proletariado más embrutecido enriquece a inútiles sin talento.
4. Manolo Royo.
Qué decir de Don Manuel Royo. El tipo lo intenta. Años lleva contando chistes verdes. Hijo putativo del landismo y la caspa, Manolito Royo se nos quedó en los 70. Su repertorio de humoradas es un catálogo de lugares comunes donde podemos encontrar desde el chiste verdoso de María hasta el verdoso chiste de Manolo. Una joya oiga. Y de vez en cuando hace como que imita un poco; especialmente memorable es su emulación de niño pequeño e inocente que dice cochinadas. Otro que le debe la vida a José Luís Moreno.
5. Jordi LP.
O como vivir para los restos de una imitación de Dyango. Jordi López Peña (¿acaso pensaban que lo de LP era por Long Play? ¡Ilusos!) nació dotado de una portentosa voz que hacía temblar los azulejos de su cuarto de baño. Nunca debió salir de allí. Probablemente algún desalmado le dijo que clavaba a Dyango cantando y de ahí al show businness de las risas hay un paso. Típico graciosillo sin gracia, Jordi LP ha paseado su oronda figura por los escenarios de muchas televisiones, pero especialmente querido es en su Cataluña natal. El señor LP es de los que tira de chistes clásicos (léase gastados) y entre gracieta y gracieta se queda callado esperando unas carcajadas y aplausos que nunca llegan. Da mucha pena verle seguir con su espectáculo. En sus ojos se adivina sufrimiento. Apuesto a que un día nos dan la noticia de su suicidio.
6. Eva Hache.
Tiene el honor de ser la única mujer de la lista, aunque Paz Padilla me lo puso bastante difícil. La señorita Hache alcanzó la popularidad en el divertidísimo programa de Manel Fuentes interpretando el papel de una psicóloga rematadamente fea, licenciada por la Universidad de Toronto (juo juo juo) que trata de pronunciar el inglés correctamente, pero no le sale (más juo juo juo). Si la cosa se hubiese quedado ahí aún la perdonaríamos, pero el intento de ser la Ellen DeGeneres española, su estética de lesbiana cool y su absoluta inconsciencia sobre su capacidad para hacer reír al respetable la convierten en un ser repugnante.
7. Ramón Arangüena.
Ejemplo absoluto de que no es necesario saber hacer nada para salir en la tele, Ramón se dio a conocer en aquel horroroso programa de Antena 3 llamado Osados. Su papel era el de un periodista que, vaya por Dios, no se preparaba bien la entrevista, lo que provocaba una supuestamente hilarante reacción del entrevistado. Sí, apreciados lectores, Ramón era aquel de la frase sobre la agria polémica con Iñaki Gabilando (juo juo jou y más juo). Sin embargo, tras saltar a la fama vimos su verdadero yo: era un triste sin talento. La personificación del bajón. Sus inicios como periodista de El caso le habían marcado de por vida. Mitiquísima fue la temporada en la que copresentó Lo + Plus con Fernando Schwartz. Lagrimones de auténtica tristeza me caían, oigan.
8. Ángel Garó.
El señor Garó fue al mundo del humor lo que Los Pistones a la movida madrileña: un one hit Wonder, o sea, un artista de un solo éxito. Tras su fulgurante aparición en el Un, dos, tres de principio de los noventa con su desternillantes papeles (Juan de la Cosa, Chikito Nakatone, Maruja Jarrón, etc.) la realidad golpeó duramente a Ángel. Sí, es cierto que su número era innovador; pero no es menos cierto que a la tercera vez que lo veías ya empezaba a crispar. A la cuarta ya empezabas a acordarte de su ascendencia, y a la quinta le ejecutabas con el mando a distancia. Lo último que se supo del señor Garó es que participó en Mira quién baila. Yeah.
9. Mané.
El fallecido socio de Emilio Aragón en Vip Noche daba pena, para qué negarlo. Me gustaría creer que el señor Aragón se lo encontró abandonado en una gasolinera y, en un acto de suprema piedad, decidió adoptarlo y enseñarle algunos truquillos para el divertimento de su familia de payasos. Sería una bonita historia. Un tupé imposible, incapacidad total para aprenderse ningún guión y la dicción de un Jorge Sanz hasta las trancas de cocaína eran todas sus armas de humorista. Qué pena. RIP.
10. Mariano Mariano.
No sé si el hombre se habrá aprovechado de su obesidad mórbida y su minusvalía para conseguir trabajo, pero oigan, vive Dios que lo parece. La forma de don Mariano de prepararse los chous debe ser algo así como poner en google “100 insultos diferentes”. Aunque al final siempre acababa llamando repetidamente gilipollas al público. Qué rompedor.

Bonus Track: Martes y trece.
Sí amigos, el archifamoso dúo. Dios me libre de la polémica, pero nunca me han hecho puñetera gracia. Josema y Millán han vivido de las empanadillas durante lustros. Cierto que el famoso bailecillo de Millán puede hacer un poco de gracia la primera vez que lo ves. Pero poco más. Años han estado repitiendo las mismas estupideces, las mismas ¿imitaciones? y los mismos gags (gaggAs, que dirían ellos).

El youtubo de rigor. El horror, amigos, el horror:

martes, 5 de febrero de 2008

El lobo estepario, by Michael Bay

El pueblo ha hablado. No ha sido necesario volar trenes de cercanías para que un 43% de los lectores (?) de este blog haya dictado sentencia. Como pueden observar en la esquina superior izquierda de la pantalla, hace unos días les planteábamos la siguiente pregunta:

¿Cuál de las siguientes obras literarias le gustaría que fuese llevada al cine?

Tenían cuatro atractivas -a la par que dispares- opciones para elegir:

1.El lobo estepario, adaptada por Michael Bay.
2.El Silmarillion, adaptada por David Lynch.
3.El guardián entre el centeno, adaptada por Wong Kar-Wai 4.Cualquier libro de Javier Marías, adaptado por Fernando, “eye of the tigre” Trueba.

Finalmente, ustedes han decidido por mayoría simple (43% de los votos) que la idea más atractiva sería la de poner en manos de Michael Bay una obra maestra de la literatura universal como es El lobo estepario, de Herman Hesse.
A muy poca distancia (36% de los votos), se ha situado la posibilidad de adaptar El Silmarillion, de J.R.R. Tolkien, por parte de nuestro esquizofrénico preferido: David Lynch.
El hecho de que un 20% de los visitantes haya votado por la adaptación que Wong Kar-Wai pudiese o pudiera hacer de El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger, nos llena de alborozo y dicha, pues esto constata que tenemos una inmensa minoría de pedantes que nos leen intermitentemente.
Inopinadamente, la opción más celtibérica no ha recibido ningún voto. Parece que el cine español sigue en crisis. Gñé.

Según la Wikipedia: “El lobo estepario” se desarrolla a través de unos manuscritos creados por el propio protagonista, Harry Haller, los cuales son presentados al lector por un conocido de Harry en la introducción de la obra. Dentro de los manuscritos se narran los problemas existenciales sufridos por Haller, entre los que destacan la soledad y el aislamiento que minan su vida. Así es como lleva él mismo a desarrollar el término "Lobo Estepario" con el cual intenta destacar la depresión en que se encuentra inmerso y la indiferencia que lo relaciona con el mundo "real". Pero a medida que avanza la historia, y en el momento de la crisis definitiva, Haller conoce a su ángel: una cortesana llamada Hermine, que lo invita a conocer el mundo y a intentar disfrutar de las cosas sencillas y hermosas que nos presenta la vida día a día.

Tras días y días de brainstorming en su despacho de Hollywood, la sinopsis de la adaptación cinematográfica de Michael Bay sería algo así:

“Harry Haller está sumido en una profunda depresión y se siente alejado del mundo real. Parece como si todos los habitantes de NYC hubiesen sido lobotomizados. Harry no encuentra motivos para seguir viviendo hasta que conoce a la bella Hermine, que le confirma que no está loco y le descubre la brutal realidad: una organización criminal formada por ex-miembros del KGB, terroristas islámicos y cyborgs caníbales están implantando un revolucionario chip en todos y cada uno de los ciudadanos norteamericanos. Sólo Harry puede evitar la hecatombe”

El cásting podría ser el siguiente:
Harry Haller: Will Smith.
Hermine: Megan Fox.
Líder ruso ex-agente del KGB: Matthew Broderick.

Y es que, amigos, la posibilidades son infinitas. Sinceramente creo que a Hollywood aún le quedan muchos libros por expoliar y muchas adaptaciones que hacer. El mundo de la literatura es una fuente inagotable de ideas y la mejor forma de pasarse por el forro la huelga de guionistas. El material está ahí, ya escrito. Sólo hacen falta algunos negros (literarios) y la elección de un buen director como Bay.

¿Sugerencias? Estoy seguro que su cerebro es una ciénaga de hirvientes ideas.